#392. Los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Los hombres débiles crean tiempos difíciles.
Muchos nos damos cuenta de que se avecinan tiempos difíciles.
Que vienen tiempos difíciles y que para combatirlo hace falta un cambio de mentalidad no sólo por una cuestión de supervivencia, sino también para inspirar a los demás y así movernos todos a una. A una dirección correcta.
¿Cómo era eso?
- Los tiempos difíciles crean hombres fuertes.
- Los hombres fuertes crean buenos tiempos.
- Los buenos tiempos crean hombres débiles.
- Los hombres débiles crean tiempos difíciles.
Y volvemos a empezar. Compartiréis conmigo la idea de que sin duda alguna estamos en la última fase de este círculo vicioso.
Preocupándonos por patrañas políticas y sociales alimentadas por nuestras comodidades occidentales.
Los hombres débiles de hoy en día cada vez están más inmersos en una realidad virtual (literal y figurada). En cambio aquellos que se trabajan convirtiéndose en líderes de sus hogares, comunidades y de sus propios valores e ideales, acaban siendo recompensados.
¿Cómo no vamos a necesitar valores con los tiempos oscuros que vienen?
Con todas estas políticas, adicciones por todos los lados, epidemia de salud, epidemia social, con un mercado sexual jamás visto en desequilibrado, perdiéndose (especialmente en occidente) la polaridad de lo masculino y femenino. Las relaciones cada vez son menos saludables, el ratio de divorcio aumenta, los rollos sociales inventados sacados de la manga…
Hasta el punto que ahora los hombres dicen preferir estar solos antes de salir ahí fuera a hacer lo que debemos, porque ya no queremos hacer lo que debemos. Y de mientras los suicidios (liderados por hombres) siguen subiendo.
Los Estados nos han vendido una historia de «independencia» absoluta. Una cosa es estar bien solo. Estarlo un tiempo para coger aire, para respirar, ordenar pensamientos… y otra es estar siempre solo. Haber destrozado por completo nuestra habilidad de socialización (básica para el ser humano), nuestra habilidad de tener relaciones sanas (personales y románticas).
Y es que puedes seguir estando solo en una habitación llena de gente… que es como la mayoría de hombres se sienten. Y cómo no vamos a hacerlo con la virtualización de absolutamente todo nuestro entorno.
Los valores en un hombre que queremos potenciar
Algo que empieza de bien pequeños.
Los niños ya no tienen padres en casa. Tradicionalmente la madre cuidaba al chiquillo, pasaban horas en su casa y parte de la educación de los niños era con los padres. Se transmitían los valores de los padres.
Pero ahora el incentivo es que el niño pase más horas en la escuela con el pretexto de «educarlo». ¿Cómo no va a ser este el incentivo? así pueden educar los niños con las mi3rdas que el Estado quiere. Al fin y al cabo es el Estado que elige el curriculum educativo y lo que enseñará a tus hijos.
Después cuando el hijo vuelva a casa y los padres vienen de trabajar, puedes tener por seguro que tendrá o los videojuegos, o las redes sociales porque ese rato en familia lo pase enganchado en algo. Y quizás los padres ni se darán cuenta porque ellos también estarán enganchados a algo.
Las relaciones saludables no volverán hasta que se recupere la polaridad social de lo masculino y lo femenino. Los niños crecerán en hogares de forma saludable (otra vez).
Llamadme loco pero creo que estamos de lleno en los hombres débiles y tiempos difíciles. Como menos «fuerte» mentalmente sea una sociedad, más fácil es de controlar.
Por eso la sociedad ha ido perdiendo los valores: las cualidades por las que respetamos a alguien. Que por cierto, este «alguien» podría ser nosotros mismos.
Veréis que los valores de los que hablaremos hoy, podrían ser perfectamente los valores de la paternidad. Incluso si no quieres ser padre, pero son valores que te permiten respetarte, hacerte respetar, cuidar a tu gente, ser «capaz» y responsable. De eso se trata la masculinidad al fin y al cabo, ¿no? ▲
Disciplina
El primero y el más importante, es la disciplina.
La capacidad de trabajar duro, sobre todo cuando no te gusta lo que estás haciendo. Si no tienes la disciplina suficiente, entonces puedes olvidarte del resto de los principios porque no tendrán sentido.
El hombre medio sólo ponen esfuerzo en aquellas cosas que les motiva, pero ya sabemos que la motivación es finita. Señores, esforzarse para algo tiene fecha de caducidad.
La disciplina en cambio no tiene fecha de caducidad. Es el arte de hacer lo que debes hacer incluso cuando no tienes ganas de hacerlo.
Hacer algo simplemente por el hecho de estar motivado no habría tenido nada de malo hace doscientos o quinientos años. Pero en el mundo actual, sabemos que todos los antojos y los deseos físicos que tenemos por hacer cosas que nos gustan… están basado en ciencia. Me refiero a que cosas como el pr0n, la comida, los pasatiempos (tipo redes sociales), está hecho para volverte adicto.
La disciplina consiste en superar esas sensaciones para hacer, no lo que quieres… sino hacer lo correcto. Lo que sabes que tienes que hacer, independientemente de si te gusta o no.
Por ejemplo, la disciplina consiste en comer sano incluso aunque tengamos una sensación física de hambre y antojos de azúcares. Nos permite desarrollar la fortaleza física y mental que hará, que la próxima vez tengamos que usar menos disciplina para hacer lo que debemos hacer. Es como un músculo.
Pensadlo un momento.
Ahora que no tenemos que cazar con piedras y lanzas, valoramos mucho menos la fuerza física que la mental. Pero igualmente por alguna extraña razón aquellos que sólo tienen fuerza mental, que destacan en ella (en ella y nada más), los consideramos unos frikis.
Les tenemos cierto respeto y recurrimos a ellos en áreas de especialización porque tienen éxito en estas áreas (software, cohetes, blablabla). Serían el equivalente a personas como Steve Jobs o Bill Gates. Pero no querríamos que un hombre así nos guiara para superar una situación de emergencia.
En las situaciones de emergencia, que todavía ocurren a pesar de lo muy protegidos que estamos en nuestras vidas, buscamos a un líder, un hombre que tenga un aspecto físico fuerte. Me refiero a alguien como un bombero, una persona que lleva un uniforme que simboliza que se ha entrenado para liderar en momentos de mucha presión emocional y física.
El noventa por ciento de los directores ejecutivos de grandes empresas miden más de 1,8 metros de estatura según Forbes. ¿Por qué? Pues porque el tamaño es un símbolo de poder y de competencia.
A muchos lo de hacer ejercicio, ir al gimnasio les parece una soberana tontería. Pero es el ejemplo más claro de disciplina que se me ocurre, porque hay una relación totalmente directa en conseguir algo como es mejorar tu aspecto físico y salud, a la vez que entrenas tu mente porque la mayoría de días no querrás ir al gimnasio.
O al menos al principio. Después es bastante fácil volverse adicto.
Pero al principio estás entrenando no sólo tu cuerpo sino también tu disciplina, y esto es extrapolable en absolutamente todos los otros ámbitos de la vida.
La disciplina que tengas determinará el grado de intensidad con los que vives los valores que vienen ahora.
Humildad
El segundo principio es la humildad.
Consiste en tener la mentalidad de un aprendiz, de un estudiando. En entender que no lo sabes todo. Es más. Que no entendemos una mierda.
Puede parecer obvio, pero la mayoría de las personas no tienen demasiada humildad porque, en muchos casos, incluso nos puede parecer un rasgo negativo que no queremos admitir. La humildad suena a ser humillado, y no queremos que nos humillen.
En realidad la humildad son las riendas. Tu ego y orgullo son los caballos que tiran del carruaje que es tu mente. Con estas riendas, con una humildad bien cogida, estás haciendo que tu ego y orgullo no se puedan desbocar.
Claro que es fantástico reconocer y celebrar nuestras victorias para sentirnos agradecidos, pero hay demasiados hombres que se ciegan a la que ven un poco de progreso en sus objetivos.
Si estás empezando a ganar algo de dinero en tus negocios online, o a ganar hipertrofia con tu rutina push pull legs y ya te ves grande, la humildad es ese valor que evitará que te relajes. Que sigas empujando.
No es casualidad que sea un principio moral que sea también de los más difícil de cultivar. Y no es casualidad. Todo lo que cree resistencia es porque seguramente vale la pena.
Cada vez que te aplicas una bofetada de humildad… duele. Pica un poquito: te transmite una sensación de ansiedad porque empiezas a ser consciente de que no eres tan bueno como pensabas inicialmente. Pero como todo bofetada, el dolor pasará. Será rápido.
No es casualidad de que a la mayoría de hombres nos falte domar la humildad y que encima seamos incapaces de admitirlo (irónicamente por falta de humildad, está claro).
Admitir las debilidades produce una sensación de incomodidad, de negatividad que te hace tirar de auto-confianza para poder manejarlo bien.
Imagínate el nivel de seguridad que debemos tener para levantar la mano de forma voluntaria para reconocer que no sabes algo.
Hay mucho poder en decir «no lo sé» en voz alta. El hombre medio asentirá con la cabeza fingiendo que sabe, porque «no puede correr el riesgo de que le arrebaten su estatus social».
Si no puede arriesgarse a correr este riesgo es porque para a llegar al estatus que sea que tenga, le ha costado un montón de resistencia. Lo que es igual de irónica, porque significa que necesita estos valores más que nadie.
La humildad hace que nos cuestionemos las cosas continuamente, que mantengamos la curiosidad para seguir aprendiendo.
Presencia
¿Y qué necesitamos para seguir aprendiendo y centrarnos en lo que nos importa?
La presencia, que sería el tercer valor o principio.
Sé que «el valor de la presencia» suena algo filosófico o «volátil», pero es un valor de un «valor» incalculable que tiene belleza en si mismo.
¿No os ha pasado que estáis con un grupo de gente o amigos y hay esa persona que «sabes» que está allí? es decir, que si se va un rato, su presencia se hecha en falta.
Y no me refiero al tío que grita o es ultra extrovertido. Es alguien que tiene una especie de energía que cuando entra en una sala es como una alfombra roja para quien haya por allí… similar a esa tía buena que entra en una fiesta de salchichas, pero ya me entendéis.
Mi teoría es que esta «presencia» proyectada hacia al exterior, se entrena desde el interior.
Me explico: es como si las mentes de toda las personas de esa habitación sean unas mentes dispersas que están haciendo ruido y no prestan atención a algo concreto durante más de un par de segundos.
Alguien que es capaz de domar su mente y entrenarla para estar presente, será como esa roca que no se mueve en un mar alborotado.
Es el arte de encarrilar una mente dispersa.
La presencia te permitirá hablar con tus seres queridos sin que tu mente se disperse y se ponga a pensar en tonterías. Es la capacidad de mantenerte concentrado en tu trabajo en lugar de preocuparte por el pasado o el futuro. La presencia permite acabar con la ansiedad y la depresión. Te hace mejor en todo lo que hagas, sobre todo en las relaciones. Y las relaciones están entre las cosas más importantes de la vida.
¿Cuándo me siento yo presente?
- Con el podcast (escucha activa)
- Haciendo daygame
- Acariciando animales
- En una primera cita
Por ejemplo a nivel social, cuando hablas con alguien que tiene un buen nivel de presencia te das cuenta al instante, porque sientes una conexión con esa persona.
Puede venir por ese contacto visual que se alarga infinitamente, cuando quieres que esa conversación no se termine.
Cuando mejoras tu presencia es cuando las otras personas empezarán a pensar lo mismo sobre ti.
¿Formas de entrenar la presencia? os he mencionado como lo «experimento» yo, pero una práctica deliberada que todo el mundo sabe es la meditación. Aunque bueno. No es la única.
Prueba de simplemente caminar intentando centrar la mente en los pasos, sin que la mente se disperse. Pillar una rutina para «aburrirte» a propósito.
El problema es que la mayoría de los hábitos que adquirimos hoy en día consumen nuestra presencia. Aunque se trata de una de las habilidades más importantes, en nuestras vidas diarias hacemos cosas que la debilitan de forma activa: redes sociales, videojuegos, Netflix, YouTube…
Los seres humanos tenemos menos capacidad de atención que nunca antes habíamos tenido, y aún así, esta presencia es importantísima. Es lo que nos hace concentrados, firmes y no-reactivos cuando llega el momento donde no tenemos que serlo. Cuando no tenemos que saltar a sangre caliente a actuar y nos tenemos que mantener fríos cuando lo necesitamos más.
Todas las personas que destacan en cualquier sector, tanto si se trata de atletas como de músicos o empresarios, tienen niveles enormes de presencia. Esta capacidad que permite meterte en un estado de flujo en el que te sientes verdaderamente feliz y satisfecho. Estar extremadamente concentrado en la tarea que se está haciendo y no pensar en nada más.
Es lo que los atletas llaman “estar en la zona”.
Gratitud
Otro principio o valor sería la gratitud.
Quizás no lo sabíais pero muchos consideran la gratitud «la versión científica de la felicidad», por el hecho de que hay montones de estudios que demuestran todos los beneficios de escribir un diario de gratitud.
Está demostrado que te ayuda a adoptar una visión en la que haces pesar más lo positivo que lo negativo.
Por ejemplo, es posible que hayas tenido una infancia y una adolescencia complicadas, incluso llegando hasta el punto de sufrir algún tipo de trauma. Pues bien, a pesar de lo que pudieras haber sufrido, podrías sentirte agradecido por ello porque es parte del camino que has recorrido para llegar hasta donde estás hoy. Sin esa experiencia no serías la misma persona que eres ahora.
Por eso me parece una tontería lo de «¿qué le dirías a tu yo de 20 años?». Nada. Porque sin haber vivido lo que he vivido, no estaría aquí.
El sufrimiento hace que crezcamos como personas, pero siempre que tengamos una visión positiva de ese sufrimiento. Es decir, de haberlo vivido por algo. Estar agradecidos de haber seguido este camino.
Por ejemplo, supón que rompes con una chica. En lugar de lamentarte, debes centrarte en algo que te haga mejorar, como el ir al gimnasio. De esta manera, la gratitud hará que el sufrimiento tenga una consecuencia positiva.
Hay muchas personas que no son agradecidas y que ignoran los aspectos positivos de sus vidas, pero la gratitud es un elemento fundamental que predican todas las religiones.
No es casualidad que las personas etiquetadas de «más felices» sean las que sientan una mayor gratitud.
Pero estamos rodeados por una plaga de personas que ya ni siquiera se plantean sentirse agradecidas, o que incluso se sienten desgraciadas por lo que tienen en sus vidas porque creen que no es suficiente. Esas personas están obcecadas por ese objetivo materialista y capitalista de querer tener más. ¿Cómo no vas a estar infeliz e insatisfecho constantemente?
Normal que las personas más impacientes sean también las más desagradecidas, porque no puedes cambiar tu situación al instante. En cambio las agradecidas (y pacientes) saben que la situación no cambiará ahora, pero agradecen lo que sí tienen ahora que les permitirá cambiar esta situación.
No debo ser el único que veo la relación agradecimiento-paciencia.
Si estás en una mala situación, sabes que necesitas paciencia (y disciplina) para conseguir algo que vale la pena, que en el 100% de los casos sólo se consigue en el largo plazo.
Liderazgo
Y finalmente tenemos un valor muy mencionado pero poco entendido: el liderazgo.
Ser un líder no es ser un jefe.
Sólo esa persona que practica disciplina, humildad, presencia y gratitud puede ser un líder, que es un rol o valor que se adopta cuando quieres adoptar responsabilidad.
Sinceramente pienso que este rol viene al final de todo. Cuando sientes que es tu obligación compartir con el mundo ciertos aprendizajes que crees que será de vital importancia en los tiempos que vienen. Porque no. No lo podemos hacer solos.
Del mismo modo que cuando aprendes sobre nutrición y ejercicios y ves los pedazo de beneficios que te está reportando a tu salud, lo primero que quieres hacer cuando lo has experimentado en ti es enseñárselo a tus padres y amigos para que también se vuelvan más sanos.
Es como un proceso natural humano de querer compartir lo bueno.
El humano prehistórico que descubría un lugar perfecto para cobijarse lo quería compartir con la tribu.
Es natural querer compartir esta información tan relevante. Lo llevamos en la sangre.
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