Si aún no te suena esto del estoicismos, ahora te digo lo qué es en un momento para que tú, al igual que yo como tantos podamos decir que lo somos…
Y después darnos cuenta de que no lo somos tanto.
Todo empezó con el filosofo Zenón que nació en un sitio…
¿Qué sitio?
Lo acabo de decir, en Citio, con C.
Esta ciudad es la actual Lárnaca en Chipre.
Un lugar al que pasé un par de meses unos veranos atrás, y la verdad. El sitio ahora mismo es feo a más no poder.
Cualquiera de los españoles residentes de allí que encuentres te lo podrá corroborar.
Al contrario que esta comunidad guapa de españoles residentes en Larnaca, la ciudad en si no lo es.
Supongo que por esto mismo Zenón no se inspiró en su ciudad natal y tuvo que buscar inspiración fuera de la isla, hasta encontrarla en los filósofos de la época.
Después de perder toda la fortuna heredada de su padre, este señor, aburrido y triste empezó a deambular por bibliotecas hasta encontrar las enseñanzas de Sócrates.
Zenón empezó a enseñar a sus propios estudiantes y poco a poco eso terminó tomando forma y convirtiéndose en lo que ahora conocemos como Estoicismo.
La filosofía estoica.
A modo de resumen, el estoicismo vendría a ser una filosofía que toma como pilar el hecho de entender que:
No podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar como nos comportamos con esos.
Cuáles van a ser nuestras acciones o hasta nuestros sentimientos.
Hace unos años llamábamos a una persona “estoica” cuando le despreocupaba por completo cuando era criticada, o hasta parecía no tener ningún tipo de sentimientos.
Pero en verdad esta impasibilidad vendría dada por el hecho de buscar esta neutralidad.
¿Cómo?
Hay una fábula china que lo explica mejor y termina con la siguiente reflexión:
Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo? -preguntó el maestro
Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.
Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Por muy Zen que sea la fábula, bien representa el estoicismo creo.
Todo esto tiene sentido, ¿no?
Cualquiera que haya oido a hablar, o bueno, se haya leído un poco de filosofía estoica o haya visto algún vídeo en YouTube al respecto dice ser estoico.
No tiene porque ser algo malo el hecho de mencionarlo a los cuatro vientos. Es normal querer formar parte de algo cuando nos sentimos identificados con una idea o corriente de pensamiento.
Pero creo que en este caso es como cuando se habla de ser buena persona. Todo el mundo cree que lo es… Hasta que nuestras acciones demuestran que no lo somos tanto.
Así que de esto vamos a hablar hoy, y para hacerlo abrimos la puerta al jardín…
Nos sentamos tranquilamente en un banco para hablar un poquito de la vida e indagar un poco más en esto del estoicismo y porque la mayoría que dice serlo… No lo es.
Nuestros amigos, la economía, la relación de pareja, los likes en Instagram, las inversiones o hasta nuestra salud.
Es verdad que en esta lista todos tenemos un cierto control.
Puedo comer mejor para intentar tratar mejor mi cuerpo y estar lo más enérgico posible. Puedo seguir la estrategia más conservadora de inversión para potenciar mis ahorros al largo plazo. Puedo tratar bien a mis amigos, querer a mi familia, colgar miles de fotos en Instagram y un sin fin de posibilidades.
El caso es que aunque lo haga todo como se supone que lo tengo que hacer para optimizarlo hacia los resultados que quiero, la economía puede colapsar, mi cartera de inversión puede dejar de rendir, puede que me aparezca una enfermedad de larga duración, mi pareja me puede meter bien los cuernos… Lo que sea.
La visión de uno de los filósofos estoicos más importantes, Epictetus, lo dejaba bien claro: lo que me acaba de pasar no lo puedo controlar.
Ah. Pero lo que sí puedo controlar son mis emociones, opiniones respecto a ese problema.
A algunos que no les suena tanto esta filosofía , si les sonará esta cita estoica:
Tu problema no es el problema, pero tu actitud hacia el problema.
¿Qué filósofos estoico dijo esto? El capitán Jack Sparrow.
No importa que quien lo diga sea un personaje de ficción, o un filósofo antiguo.
Pero el kit de la cuestión es que sabemos lo que tenemos que hacer independientemente de la filosofía o religión que nos lo diga.
Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer cuando el barco está en mar calmada, pero como dicen, de ningún océano calmado salen buenos marineros.
También se dice que la vida prueba a un hombre dos veces. Una en su pobreza, y la otra en su riqueza.
Tanto la metáfora de la mar como la de la pobreza y riqueza, son dos metáforas para ilustrar la idea que vengo a contar aquí.
Que es cuando nos encontramos en estas situaciones o incluso en los extremos que entonces, bajo sorpresa de los demás pero sobretodo de la nuestra, que descubrimos el tipo de personas que somos.
Todo esto suena bien, tiene sentido y estamos de acuerdo… No es de extrañar que muchos digan ser estoicos.
Pero como comentaba en la introducción, al igual que ser buena persona, esto no se dice. Se practica.
Y aún practicándolo tengo mis dudas que esto fuera una especie de etiqueta dorada al estilo medalla que nos pudiéramos colgar así como así.
Marcus Aurelius, el emperador romano más poderoso dejó escrito algo parecido en su libro Meditaciones. Un diario de pensamientos estoicos que llegaría a clasificar de hasta religiosa.
No había más estoico que Marcus Aurelius. Y no lo era “tanto” por el hecho de haber escrito un pedazo de libro que te hace pensar en cada frase. Es porque lo practicaba primero, y concluía después.
Durante la mañana y la noche hacía reflexión de lo que se iba a encontrar o lo que se había encontrado ese día.
De nuevo. No es que leyera detenidamente a otro iluminado, si no que hacía reflexión de lo que se encontraba.
Es por esto que supongo que concluyo algo así con la siguiente cita:
No malgastes el tiempo argumentando como de bueno debería ser un hombre. Simplemente se uno.
Muchas religiones y hasta una industria de espiritualidad tenemos en la chepa, que nos dice cómo deberíamos actuar en teoría.
¿O a caso por ejemplo el cristianismo nunca ha cometido atrocidades en nombre de Dios y su palabra?
No estoy hablando de cientos de años atrás, pero de tiempo más recientes.
Y que ponga una religión como ejemplo no quiere decir que no podamos poner aquí cualquiera otra religión o corriente de pensamiento.
Y aún así… Una persona que no haya estudiado filosofía o haya leído textos de ninguna religión, en el momento de encontrarse delante una encrucijada de dudas, sabrá lo que debe hacer.
¿Cómo sabrían si no los ermitaños analfabetos lo que debían hacer y lo que no?
Es una cuestión puramente de empatía, pero nos encanta vernos reflejados e identificados cuando alguien piensa igual que nosotros.
¿Por qué te piensas que has llegado escuchando lo que digo hasta aquí?
Puede que hayas ido asintiendo con la cabeza, porque si hubiera sido todo lo contrario, ya hubieras cancelado.
Nuestra paciencia y dosis de pensamientos en contra de lo que pensamos, tiene un limite.
Pero aunque estés de acuerdo hasta aquí, una cosa es pensar igual, y la otra es actuar igual.
¿Por qué las buenas acciones como las filantrópicas o más empáticas sorprenden tanto a los de nuestros alrededores?
Porque no estamos acostumbrados a verlas.
A lo que sí estamos acostumbrados es a que nos digan lo demás y a decir nosotros lo que hay que hacer.
Por eso es rutinario para muchos cristianos ir a misa los domingos.
No es tan rutinario hacer buenas acciones los domingos, por ejemplo.
Hacerlo… Ya son palabras mayores.
Y es que desgraciadamente lo que termine haciendo, muchas veces no irá atado a lo que debería hacer aunque lo sepa.
No tengo claro que yo escribiendo, grabando y leyendo teoría en libros, citas, filosofía y religión hace que me vuelva mejor persona.
Al contrario, pienso que al igual que cualquier arte o habilidad, es con la práctica.
Y aún así, como esto lo estoy diciendo y poco lo estoy practicando, puede que esté equivocado y no sea la práctica lo que me lleve más cerca de las lecturas de las que estoy a favor. Ni tampoco la teoría.
Tal vez sean las dos.
Tal vez son esos porcentajes mágicos que salen en caso de duda. El famoso 80% y 20%.
20% de teoría y 80% de práctica.
No es casualidad que el famoso text filosófico del taoísmo: Tao Te Ching, sea un libro que se puede leer en 20 minutos pero que se tarden 20 años de estudio y práctica para entender lo que nos transmiten.
Leemos a taoísmo o estoicismo y nos quedamos asombrados. Estamos de acuerdo en casi todo, y el verlo en un texto tan claro, o citas tan directas, nos queda bien grabado.
Quizás teníamos esas ideas en la mente, pero las citas de Marcus Aurelius, Seneca, Platón o Laozi hacen que podamos comprimir todas esas ideas en pequeñas cápsulas en forma de citas que son mucho más fáciles de transportar en nuestro interior.
Así cuando nos encontramos delante una situación en el que necesitamos ser respaldados por la teoría, podemos pensar en la conclusión digerida.
Pero, ¿cómo de fácil es practicar taoísmo o estoicismo?
Como decía, pocos hemos visto a los ojos la adversidad de verdad.
Es muy fácil ponerse una toga, un poco de barba y descargarte el libro de Meditaciones en tu Kindle para decir lo estoicos que somos.
Es bajo la experiencia de una muerte, de la banca rota económica, de roturas sentimentales que nos dejan el ser roto, o hasta la agonía prolongada de la vida que descubrimos de qué pasta estamos hecho y lo que queremos de verdad.
Y yo, no conozco muchas que lo hayan vivido.
Imagina que toda tu vida has ahorrado medio millón de euros para comprar la casa de tu sueños, o vivir de bolsa, pero hoy entras en la cuenta y descubres que te han robado esta pasta y no hay manera de recuperarla.
¿Vas a mantener la mente fría y proactivamente controlar lo que sientes? ¿Vas a gravitar tu pensamiento de la amargura, la negatividad y el querer matar al banquero que te está intentando ayudar hacia un pensamiento positivo de “bueno, por lo menos pude ahorrarlo”?
¿Saldrás de la oficina de reclamación del banco con una simple mueca en tu cara para seguir con tu vida?
Al fin y al cabo, has centrado toooda tu vida en ganar esa cantidad de dinero, en establecer una rutina que no te haga salir mucho más de esa zona para ganar el dinero que necesitas para cumplir tu propósito, tu sueño.
Yo mismo me lo he demostrado más de una vez. Hacia 2016 me parece que era, que perdí unos 21.000€ en una inversión muy arriesgada.
¿Crees que leer estoicismo me ayudó a ser estoico en ese momento?
Es solo un ejemplo trivial, o bueno, no tan trivial porque ya sabemos que nuestras finanzas es una materialización de nuestro tiempo.
El caso es que tardé un par de días bien buenos y bien grises en recomponerme, y aún así recuerdo con una buena amargura y odio ese día. ¿Por qué piensas que mi cartera es muy conservadora hacia los ojos de algunos?
Porque en la teoría puedo decir que debo meter dinero al largo plazo y puedo permitirme arriesgarme, pero en la práctica sé lo que siento cuando las cosas van peor, y son en esos momentos cuando nos conocemos de verdad, no cuando leemos con tranquilidad y llevamos una sonrisa más ancha que la comodidad del sofá al que nos estamos sentando.
Pero la comodidad nocturna del sofá no es el problema, claro que no. Es la comodidad del día a día.
Estando siempre conformes con todo lo que hacemos no podemos entrenar estas teorías de las que estamos tan de acuerdo.
¿Qué crees que entrenan los que se duchan con agua fría, no se tocan el miembro, o hacen ejercicios intensos de vez en cuando?
¿Chulería? ¿Lo hacen para decir lo guay que son haciendo todo esto?
Yo lo veo más como un entrenamiento de esta voluntad y disciplina, de hacer esas cosas que Marcus Aurelius nos dice en Meditaciones.
No podemos esperar asimilar a nivel consciente un porrón de cosas que leemos en todos estos libros filosóficos mientras vamos asintiendo con la cabeza, y después a nivel subconsciente hacer todo lo contrario.
¿Cómo se practica esto?
Con un término que por desgracia se ha desgastado ya muchísimo por culpa de los cursos espirituales o de autosuperación.
Estoy hablando de la famosa ampliación de nuestra zona de confort.
Pero por suerte, no hay que hacer ningún curso de estos para ser un poco más estoico.
En este caso soy un gran defensor de las rutinas, pero una rutina no tiene porque ser sinónimo de comodidad.
¿A caso no es incomodidad si en mi rutina diaria incorporo una ducha mandatoria de 5 minutos a agua helada? ¿O si me fuerzo cada día de hablar con una persona desconocida?
¿Parece una tontería?
¿Cómo puede ser que estas incomodidades tan tontas parezcan una tontería externamente, pero que cuando leemos que los estoicos iban con sombreros y ropa graciosa por la calle para que la gente se riera de ellos y así practicar el “no me importa lo que piensen” entonces ya no nos parece tanta tontería?
Es más fácil la teoría que la práctica y por esto todo el mundo dice ser estoico.
Una vez escuché de Tim Ferriss que de vez en cuando iba a un Starbucks y se estiraba al suelo durante un minuto hasta que un trabajador venía a decirle que demonios estaba haciendo.
Al igual que las duchas frías, es otra práctica de disciplina.
Lo intenté hace unos años en la plaza central de la capital de Croacia.
Me tumbé en el medio sin venir a cuenta.
Y esta pequeña acción, que en teoría parece una tontería y pasaríamos de hacer si no fuera obligatorio, toma un aire totalmente distinto cuando lo haces de verdad.
Cuando me dije, venga lo hago, las manos me empezaron a sudar, me vinieron mil excusas a la cabeza “el suelo está sucio, la gente pensará que estoy loco, ¿y si se ríen de mí y me hacen fotos?”.
Estaba a un punto de pasar la teoría a la práctica, y un poquito más y no lo hago.
Respiré hondo, cerré los ojos, y me tumbé en la plaza.
Mire hacia arriba y los primeros 10 segundos fue un infierno mental, pero pasado este limbo de tiempo ya no suponía ningún reto.
En ese momento. Porque hacerlo ahora todo ese estrés volvería a aparecer. Al fin y al cabo no podemos esperar entrenar algo a nivel subconsciente sólo haciéndolo una vez.
Aún así todo esto es similar a escuchar los cómicos de la tele, haciendo referencia a cosas absurdas del día a día para sentirnos identificados y partirnos la caja de risa.
No te empezarías a reír al ver la hoja de lechuga en un carro de la compra vacía en el supermercado si lo vieras tu solo. Pero no puedes evitar partirte la caja cuando lo menciona el cómico.
Te sientes identificado, y reaccionas porque no estás solo.
Hacemos lo mismo con el estoicismo. No podemos evitar decir “sí” a todo. ¡Qué razón tenía Marcus Aurelius!
Pero cuando es la hora de la verdad, somos impasibles bajo esta hoja de lechuga que son nuestros sentimientos u opiniones.
Porque no nos hemos enseñado o entrenado a identificarlas.
Si has llegado hasta aquí tal vez esta palabrería que tenía dentro de mí ha tenido el mismo efecto que el cómico tonto o la filosofía estoica.
Todo esto, ya lo sabías.
Por esto todo el mundo dice ser estoico, porque lo que dicen, ya lo sabíamos, pero a duras penas lo practicamos.
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